Monday, June 04, 2007

:: I s L A 6 X 6 ::


Julián dormitaba en su pequeño mar hecho cama, cuando recibió una llamada. Era visible como avalancha, un ring tras otro, montones de ellos sobre su oído. Se levantó, sacudió las arenas de somnolencia que le escurrían sobre el cuerpo. Contestó con un espumoso hola, mientras recibía respuesta quitaba una lagaña alojada alrededor de sus ojos. Pensó, “¿cómo fue posible, con tanto ruido, crear el fantasma de una familia?”, una enfermedad que pudiera contagiar su historia.

Por la rendija del teléfono un “¿cómo estás?” se asomó tímido, Marbella habló, situada en tierra firme. Julián, náufrago en su isla seis por seis tapizada por ladrillo sin aplanar, respondió con palabras señales de humo inseguras en el aire, como acostumbra. A ella le molestó ese humo que traía los restos de alcohol de la noche anterior. La familia se construyó sobre su propio eco. Marbella se ciñó a su envoltura, su ser contenido en una solución acuosa, habló dejando escapar gotas, sin embargo no llevaron palabras que ella hubiera deseado mandar, pero si traían la sal, si eso puede significar cualquier cosa.

A él lo molestan los ecos de un niño que sólo es un rota virus, una madre neumonía atípica; sólo afuera son reales. Tomó un cotonete para retirarlos. Mientras cambiaba de un lado a otro la bocina removiendo la lejanía de Marbella de derecha a izquierda, le contestó un flechazo “si”, para rematar “a las cinco donde siempre”, como si la tarde se pudiera fijar en el instante requerido, si se pudiera fijar sobre el deseo. La madre sostiene un puño de agua y el niño un puño de arena, golpeando en lo inmediato y a la vez en lo lejano de Julián, recordándole lo insostenible de la historia

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