Monday, April 30, 2007

El PaDrE de La PlaY dice AdIOS...


Ken Kutaragi ha dejado Sony. El creador de PlayStation abandona la compañía a la que dió resultados multimillonarios con su entrada en el ocio electrónico. Polémico, prepotente y visionario.
En 1985 Ken Kutaragi estaba descansando en el salón de su modesto apartamento en Tokio mientras observaba cómo su hija jugaba con una Famicom, la Nintendo de 8 bits. En ese momento, súbitamente, supo ver las posibilidades de negocio que ofrecían los videojuegos.
Desde el lanzamiento de la primera consola de Sony en 1994, su carrera fue meteórica en virtud al enorme éxito alcanzado; PlayStation no sólo consiguió vender más de 102 millones de unidades en todo su ciclo -su sucesora, PS2, batió el récord con más de 115 en los tres mercados-, si no que rompió la hegemonía del que había sido su socio, Nintendo, haciéndolo fracasar con N64 y robándole importantes desarrolladores japoneses, que a la postre, su apoyo incondicional y exclusivo se convirtió en una de las mejores bazas de PS1, junto al magistral enfoque que se le dió al marketing, que siguió la visión original de Ken de acercar la máquina a la sala de estar.
Conforme los méritos, los reconocimientos, las apabullantes cifras económicas y su repercusión mediática iban creciendo, el carácter de Kutaragi se hizo más soberbio y prepotente. Sus atrevidas declaraciones desprestigiando a sus competidores y elogiando sus creaciones han llenado páginas de revistas y foros de Internet. Pero más allá de esta faceta cara a la galería, parece que la excesiva ambición de Kutaragi ha sido a la postre, la causa de su caída. La historia de Kutaragi se asemeja mucho a la de todo héroe caído; una progresión meteórica rota y desagradecida cuando los resultados se han salido de las cifras millonarias que su división ha estado aportando a Sony. De héroe, a villano. Para la posteridad quedarán todos sus visionarios logros en el ocio electrónico con la familia PlayStation, pero también lo harán su ambición, prepotencia y especialmente, su genialidad. Hasta siempre padre, larga vida...

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